Por un lado, debería tejer la Red de Conciencia Planetaria, activar los centros de poder de la Tierra, los nodos por donde la mente Universal descarga y actualiza la Consciencia. 

Y por el otro, debía reflejar cada uno de esos puntos hacia el interior, hacia el núcleo donde todas las perspectivas son Una, donde el Somos se convierte en Yo Soy. 

Pero para ello, debía primero hacerlo yo mismo: viajar, moverme, descubrir los centros de poder, y luego, encontrar el balance en mí, en el YO SOY para poder llevar a cabo dicha reconexión. 

Cinco años después, volví a sentarme en el mismo sitio, a anunciarle a estos 4 maestros que ya estoy dispuesto a ser, a cumplir mi propósito. 

Y entonces saqué de mi bolsillo una libreta para apuntar las ideas que surgieran en la pirámide. Sin saber por qué elegí llevar esta pequeña libretita que decía Tenerife, con símbolos de pentágonos y hexágonos (como la red del pentaquisdodecaedro), lo cual me recordó que la primera pirámide natural que los atlantes utilizaron fue el Teide, en Tenerife. Y al abrirlo, encontré en la primera página un mensaje que apunté en 2018, en el círculo de piedras de Avebury, Inglaterra. 

El mensaje era del maestro Merlín, quien me dijo:

“Sólo hay algo que te falta por saber para entenderte a ti mismo. Y es que tú no eres nada. No eres Nadie. No existes. Eres vacío… Y lo que hagas no importa, pues el propósito es irreal, ni hay prisa, pues no hay misión. La razón por la que te digo esto, es para liberarte de lo que crees de ti, para que así puedas Ser. Conéctate a tu Corazón y enamórate de la Nada, enamórate de ser Nadie.”

Él me dijo: “Cuando seas capaz de dejar todo, tu propósito y misión, por ese amor a la nada, entonces realmente estarás cumpliendo tu propósito.”

Una semana después de esto, sucedió lo inesperado para mí, una historia que resumí en las páginas siguientes de esta libreta:

“Aquel día al salir del círculo de piedras, sentí un Vacío tan grande que me permitió abrirme a cualquier posibilidad. Decidí que recurriría al centro de mi ser, a mi Alma y Corazón, para poder conectarme de nuevo con esa parte dormida en mí, acallada por el propósito: la parte que esperaba ir más allá de mis creencias. Saltar al abismo. Hacer lo inesperado. 

De esta forma fue como caí al fondo del corazón, fue así como llegué a Suiza. 

En un profundo estado de vacío y despropósito, en que el rumbo sería marcado por mi alma y no por mi espíritu o mente, me dispuse a ser libre de sentir. 

Y en ese vacío, en mi nada, apareciste. Como si ya te hubiera conocido, al darte la mano sentí que estabas ya en mí y yo en ti. Sin embargo, el vacío no me permitía ver nada más, ninguna posibilidad. Pero aquella noche que hablamos, lo bello que pudiera haber visto en tu cuerpo, se transformó en la belleza de tu alma. En tus ojos vi a ese niño con miedo, con la necesidad de hacerse mayor, y ser libre de quien creía ser, para Ser. 

Y entonces lo dijiste: “Estoy enamorado de ti, pero yo no soy nadie, no soy nada, estoy vacío.” Al escucharte hablar, parecía que había escuchado tu ser muchas veces, y tu luz comenzó a llenar mi vacío, tu Nada y la Mía. 

Al darte la mano, mi cuerpo comenzó a temblar, y no podía pensar en nada más que en abrazarte. Quise contenerme, pero la fuerza de mi corazón me impulsaba con más potencia. Subí a buscarte, y fue la primera vez en mi vida que yo tomé la iniciativa en expresar. 

No pudo haber para mí una unión más hermosa que la que sentí. Como una espiral, acostados como un yin yang, en balance, ese momento sutil en que del revés besé tu frente y nuestros labios se encontraron como viniendo uno del cielo y otro de la tierra, sin un arriba ni un abajo. Tus labios fueron el centro del camino, y el latido e tu corazón en mi mano, se volvió el interior del corazón de Europa. 

Mi corazón volvió a latir sintiendo Amor. Mi corazón despertó. Supe en ese instante que no vivía una realidad, sino un sueño. Vivía el romance entre la Nada y el Todo, en el instante en que ambos se vuelven Uno. Mi espíritu y mi mente se volvían uno con mi Alma y emoción. Neutralidad. No había más propósito ni misión, ni futuro ni pasado, sólo aquí y ahora. 

Entre Francia e Italia, el latido de mi corazón resonó y me sentí el mundo entero. Me sentí en el cubo del vacío, me enamoré de la Nada. Y entonces, pude ser de Verdad… Pude ser quien Yo Soy.” 

Lo dejé todo. Mi propósito, mi misión. Me enamoré de la nada. Pero entonces, tan sólo un mes después, desapareció. Como la Nada misma, dejó de existir, y nunca más supe de su persona. Caí en la más profunda nada, en el real vacío. Me había despojado de mi propósito y misión por otra persona, por enamorarme como nunca me había pasado, cuando siempre puse mi propósito por delante de mi sentir.