SOY: ¿Puedes con todo? ¿Eres capaz de pedir ayuda?

YO: Creo que fue por Abril de 2018 que decidí alquilar una autocaravana en París y dirigirme a Escocia… Una de esas cosas absurdas que hago sin pensar mucho. Recorrí Normandía y Bretaña antes de cruzar a Inglaterra en ferry. Esa misma noche en el barco, atravesando el Canal de la Mancha, comenzó a nevar, y al llegar a Inglaterra era tan tarde que decidí buscar un sitio tranquilo donde poder aparcar y pasar la noche. Pero la nieve lo hacía imposible, además de que uno no puede parar en cualquier sitio con una caravana. Así que encontré un pueblito, en las afueras, cerca de Old Harry Rocks, en Poole. Pero no había luces y era imposible ver bien el camino, así que tuve que apagar todas las luces internas de la caravana para poder ver con mejor detalle las de afuera, y entonces un horrible ruido se escuchó. Me detuve, y salí a ver qué era… Al tocar los botones para apagar las luces, toqué también el botón que saca la escalera, y debido a que las calles eran muy estrechas y rocosas, la arranqué y arrastré por unas calles. No podría seguir, así que me metí en una granja, y esperé. Nevó tanto que el agua que mantiene circulando la calefacción fue liberada por el sistema de emergencia, así que dejé de tener agua y calor. Dentro hacía 5 grados bajo cero, afuera hacía 8 bajo cero. Al día siguiente, todo estaba cubierto en nieve, y traté de arreglar la escalera, mojado, helado… Era tal vez la primera vez en mi vida que intentaba hacer algo mecánico… Pero no podía. No entendía nada, cables, destornillador… Posición incómoda, imposible hacerlo con guantes… Mi pantalón mojado comenzaba a congelarse, ya no sentía las extremidades, y había ensuciado todo adentro, sin tener agua para limpiar. Me hice un té derritiendo nieve, y seguí intentándolo.

SOY: Testarudo…

YO: Lo sé… Entonces opté por la solución más ariana posible: arrancar la escalera. Comencé a arrancar todos los cables, y luego pensé: si se mojan hará cortocircuito y no sólo dejaré a la caravana sin luz ni electricidad, sino que también me electrocutaré. Entonces corté los cables sin saber el resultado, y los pegué con cinta adhesiva a la estructura inferior. Tomé un hierro que había allí y empecé a hacer palanca para arrancar la escalera. Entonces apareció un granjero en tractor diciéndome que no podía estar allí, a lo que respondí: cuando termine de sacar la escalera avanzaré. El señor se bajó y tomó un mejor hierro de su vehículo, y sin decirme nada, comenzó a jalar la escalera, hasta que logró arrancarla en minutos, cuando yo había estado una hora. “Hay cosas que necesitarás acomodar abajo, y para ello precisas de herramientas”, dijo. ¿Dónde puedo ir? Entonces me indicó que más abajo había una tienda, podía preguntar allí. Me acerqué 60 metros más abajo, y una pareja de abuelos que atendían el negocio me preguntaron qué necesitaba. Entonces lo dije: necesito ayuda. No podía irme de allí sin arreglar el resto de las cosas que colgaban, y necesitaba herramientas que no tenía. El señor me miró fijo, y me hizo seguirle. Atrás de la casa, había un taller, y me entregó todo el botiquín de herramientas, en plena confianza me dijo: toma el tiempo que necesites. Así lo hice. Dejé una nota a la gente de la granja agradeciendo por dejarme estar allí hasta solucionarlo, arreglé todo lo que pude, y me sentí orgulloso de ello. Volví a la tienda, devolví todo, y agradecí por la confianza. Me di cuenta en ese momento que había estado toda una mañana tratando de solucionar un problema a la fuerza, cuando con un simple: “¿me ayudarías?” lo habría solucionado en 30 minutos.

SOY: ¿Por qué os cuesta tanto pedir ayuda?

YO: Creo que es orgullo. Me da la impresión de que en la vida, se premia mucho el éxito individual. Desde pequeños se nos dice que tenemos que esforzarnos para conseguir lo que queremos, que no siempre estará mamá o papá para hacerlo por ti, que las cosas que quieres debes aprender a obtenerlas por ti mismo. En la escuela los exámenes son individuales, y casi siempre se trata de competir por quién tiene la mejor nota. Pedir ayuda, culturalmente, se considera una debilidad, un fracaso, demuestra nuestras incapacidades. Y siento que despierta la frustración y la vergüenza.

SOY: ¿Vergüenza?

YO: Sí… De decir: no puedo… De mostrarse débil, vulnerable.

SOY: Palabras difícil de pronunciar… Pues como hemos visto al principio de nuestro año, la clave era decir “Yo Puedo”. Y tal vez, hay que entender que esta afirmación también incorpora el concepto “Yo Puedo pedir Ayuda”…

YO: Sí… Es verdad.

SOY: En el aspecto de la verdad capricorniana, el esfuerzo de lograr los objetivos, de conseguir cumplir con las metas, del trabajo incansable de mejorar, el foco se pone tanto en conseguir lo esperado mediante la constancia, que se pierde el foco en reconocer que 4 manos son más útiles que 2. Que a veces no puedes sostener todo tú mismo, y que se optimizan los resultados cuando hay más perspectivas. El atributo capricorniano que vive en cada humano, es la creencia de que lo importante es demostrar que se puede llegar sin ayuda de nadie, demostrar que puedes hacerlo solo. Y este es uno de los grandes errores que se comete tanto en el mundo inconsciente como en el consciente.

YO: ¿En qué sentido?

SOY: Comencemos por el inconsciente. En la cultura humana se ha desarrollado esta idea de éxito en diferentes etapas de la existencia. Vamos desde lo más novedoso a lo más ancestral. Hoy la gente vive en un mundo de competencia exacerbada. Todo se trata de tener éxito, de competir, de obtener mayores resultados. En el mundo empresarial, político, económico, educativo, cultural, está todo ligado a ver quién logra llegar más lejos o más alto. El impulso es constantemente promovido por la fuerza de la comparación con otros en lugar de la colaboración con otros. Esto parte del principio que mencionabas: el éxito personal, que es ejercido por la familia, que en su afán de sobrevivir y encontrar estabilidad en todos sus aspectos, fuerza obligadamente a sus hijos a ser mejores que los otros, a esforzarse para conseguir mejores resultados, a hacer las cosas solos y no depender de nadie.

YO: “Debes lograr ser tu propio jefe y no empleado de nadie”. Por ejemplo, es una de esas ideas… “Debes ser doctor, o abogado, no artista o músico que eso no da ganancia”, es otro de los dichos.

SOY: Esto nace de la Revolución Industrial en el siglo XVIII. Cuando la mayor parte del pueblo salió del campo hacia las ciudades, la comida ya no se podía obtener de la tierra, sino trabajando en las fábricas por unas 12, 14 o 16 horas diarias. A cambio, recibías un dinero para vivir. Cuanto mejor o más trabajabas, más dinero. Esto hizo ver que quien trabajaba duro obtendría mejores resultados, le daría libertad económica para crear su propio emprendimiento. Así surge la Clase Media, algo impensado antes: pobres con recursos y libertad económica. Aquellos que lograban tener sus propios capitales y vivir en la ciudad sin dependencia del campo, se les conocía desde el Renacimiento como “los ciudadanos”, que en latín les llamaban “burgueses” (burgos = ciudad).

YO: Por eso tantas ciudades se llaman así: burgos: Hamburgo, Estrasburgo, San Petersburgo… Los burgueses eran los productores de empresas en las ciudades.

SOY: Trabajadores que se volvieron ricos como los antiguos señores feudales. Así nos vamos hacia atrás en el tiempo, cuando la mayor parte de la población vivía del campo, y los únicos que vivían en las ciudades eran los príncipes, los señores feudales, los reyes. En ese periodo, el éxito no se conseguía por el trabajo duro y el esfuerzo, sino por batallas, muertes, estrategias, contactos, traiciones, robo o herencia… El pueblo, por lo general, debía esforzarse para sobrevivir, y para lograrlo no bastaba el esfuerzo personal, sino el de todo un grupo, una familia. Allí se forjó la idea de clan, en que ningún individuo consigue nada sin la ayuda del otro. Como verás, es la visión opuesta a la época industrial. El siglo XVIII trajo la revolución que demostró que todos tienen oportunidades de volverse señores feudales, algo que hasta entonces era sólo un sueño. Es así que puedes entender que “clan, ayuda, comunidad” eran sinónimos de supervivencia, opresión y feudalismo. Al llegar la primera revolución industrial, el feudalismo trató de seguir con el sistema llevando a los campesinos a las fábricas, pero la Revolución Francesa cambió esto para siempre, dando la posibilidad al campesino de elegir al feudo, y tomar control de las libertades. Así, las ideas de comunidad y ayuda colectiva pasaron a ser sinónimos socioculturales de derrota, control, enemigos del éxito personal.

YO: Ahora tiene más lógica…

SOY: Pero vamos más atrás. Los feudos, príncipes y reyes buscaban este éxito amparados en las ideas de los antiguos linajes de sangre azul, elegidos por la mano de Dios. Para las clases altas, la competencia sí existía fuera de los ojos del pueblo común. La lucha de poder y de divinidad de los reyes, de sentirse cercanos a Dios, nace de las antiguas tradiciones de buscar un Rey del Mundo, hijo directo del Dios de los Cielos. Una tradición judeocristiana, aportada por los pueblos semíticos, es decir, todos aquellos surgidos de Medio Oriente. Y ¿Por qué?

YO: Supongo que por las tradiciones de los Anunnaki…

SOY: Así es. Es en Medio Oriente donde los “dioses de los Cielos” descendieron y tuvieron hijos con las mujeres de la Tierra, y sus hijos eran especiales, tenían capacidades extraordinarias, y eran llamados “de sangre azul” o “héroes y heroínas”.

YO: Como Hércules…

SOY: Exacto. Aquiles, Odiseo, Héctor, Perséfone, Victoria para los romanos o Nike para los griegos, todos y todas hijos de dioses de los cielos con humanos de la Tierra. De ellos provienen las ideas de aquellos individuos de sangre real capaces de cualquier cosa, todopoderosos, imponentes, que no necesitan ayuda de nadie, pues lo pueden todo. Pero esto no proviene sólo de esos dioses, sino que antes, en los más ancestrales humanos, existía la idea del Tótem, un ser mitológico que tenía los atributos de animales y plantas. Los brujos y brujas trataban de incorporar estos tótems en su ser, para despertar habilidades únicas, y las historias hablaban, pues, de hombres pájaro, de hombres lobo, de hombres oso, mujeres serpiente, mujeres búfalo, mujeres araña, y se habló del árbol de la vida y el conocimiento.

YO: Todos querían ser como ellos…

SOY: Todos querían tener el poder de la naturaleza, ser omnipotentes.

YO: Entonces, pedir ayuda siempre ha sido sinónimo de debilidad en el mundo humano… Está en nuestro subconsciente…

SOY: Y aquí hemos llegado al concepto que debíamos hablar. En un momento te dije que en el mundo consciente también está arraigada esta idea. Todo lo que hemos recorrido hasta ahora, ha sido el inconsciente. Pero, ¿qué pasa cuando comienzas a despertar? Empieza la búsqueda de la iluminación, la búsqueda de otros mundos, de ver quién tiene mejores explicaciones, respuestas, maestría, capacidades; a ver quién tiene razón, quién es más divino, más despierto, más consciente, iluminado…

YO: Sí, es verdad, sostenemos esta misma idea en el plano de la consciencia…

SOY: Pues al buscar la Fuente de todas las cosas, llegas al Yo Soy, y encuentras una verdad absoluta: tú eres Todo. Y en esa verdad, la consciencia se pierde en la omnipotencia, considerando que un sabio no pregunta, que el universo no se pierde, que el cosmos no se desordena, que el iluminado no se ofusca, que el equilibrado no se emociona, que el maestro no aprende, que Dios no se equivoca.

YO: Pero sí…

SOY: Porque el Yo Soy es una red compuesta de millones de Yo, una red neuronal que sin interacción, sin compartir, no crea pensamientos, ideas, acciones, evolución… No sueñan, no razonan, no manifiestan… “Ayuda” viene de la etimología “ad” (hacia) y “iuvare” (respaldar) que a su vez encuentra su origen en el indoeuropeo “yeu”, que significa “jóven, juvenil, juventud”. En inglés “help” surge del indoeuropeo “kelb” (sostener). El concepto se refiere a sostener al joven que aprende. El Universo es un ser en constante aprendizaje, en la necesidad de ampliar su forma de ver el mundo… Y sin otros, es imposible ver otras opciones. En el subconsciente, hemos registrado ambos conceptos: la ayuda nos hace sobrevivir, pero a su vez le consideramos una derrota ante el éxito personal. ¿Sabes cómo corriges esto?

YO: No…

SOY: Recordando que no existes como persona. La persona es una de esas herramientas que utilizas. Lo único existente es el Yo Soy, y el mismo vive en ti, a través de ti, pues eres parte del Uno, y cuando pides ayuda, te la estás pidiendo a ti mismo, a otro aspecto de ti con la capacidad de ver lo que tú no puedes ver. Por eso tienes dos ojos y no uno, dos manos y no una, dos pies y no uno, para recordarte que el equilibrio no se logra con un sólo aspecto, sino con el sustento, apoyo, ayuda de otro. Nunca habrías dado un primer paso sin el concepto de la ayuda. Ayuda, es la oportunidad que tu joven ser posee de aprender algo nuevo sobre ti mismo. ¿Puedes con todo?

YO: Sí, pero no como individuo, sino como el Uno que soy. Mi ego no puede con todo, necesita la ayuda de muchos más, solo jamás habría hecho nada de lo que hice, pero todos los que me ayudaron y me ayudan soy yo, somos Uno.

SOY: Eres capaz de pedir ayuda?

YO: Ahora lo soy, más que nunca… Me reconozco como el joven que tiene la voluntad de aprender, y todos a mi alrededor tienen algo para enseñarme, así como yo hago lo mismo con ellos.

SOY: Entonces, puedes decírmelo…

YO: Está bien… ¿Me ayudas?

SOY: …Toma mi mano.