YO: Antes de comenzar, quería decirte que la tarea que propusiste ayer es difícil para algunas personas… Subir escaleras.

SOY: Pues que no las suban.

YO: ¿Y qué hacen?

SOY: Caminar… Y si no caminan, dan palmadas, y si no pueden usar las manos, chasquean los dientes, y si no pueden, pues la imaginación. La idea es pasar niveles, los mismos existen en la mente, pero hacerlos con una parte del cuerpo lo baja a la experiencia. Pues todo lo que hagas en el universo, se registra en la acción.

YO: ¿Qué hay de la inacción?

SOY: La misma es la contraparte de la acción, y no por ello queda exenta de reacción, pues el no actuar es otra forma de generar reacciones, memoria, información. La inacción es la instancia en que la voluntad reconoce que no poner energía es la mejor manera de permitir que algo tome su curso natural y se reordene. La acción es la instancia en que se considera que poner energía en funcionamiento es lo que reordena el curso de las cosas. Sin embargo, ambas optan por el mismo resultado, aunque de formas diferentes. En todo caso, si nuestro propósito se encuentra en manifestar una nueva realidad, la acción es la forma más óptima de mover la energía. Inversamente a si el propósito es ascender a otras dimensiones, la inacción será la mejor de las maneras para elevarte hacia lo sutil, sin ser aferrado o presionado por las energías polarizadas del ambiente.

YO: Entiendo… Y como nuestro camino es manifestar el Yo Soy, es necesario mover el cuerpo.

SOY: O realizar algo mecánico, como las cuentas mántricas de un rosario, tasbih o japa-mala. El mecanismo queda impreso en el cerebro, registrado con la intención con que se realiza. Así que, cualquier actividad repetitiva o mecánica, es una manera de registrar un dato en el cerebro o las células.

YO: Comprendo. Por eso las escuelas utilizan mucho el sistema de repetición y memorización.

SOY: Sí, pero de una forma negativa.

YO: ¿Por qué sería negativo en la educación?

SOY: Porque la educación no consta de llenar de datos externos, sino de activar los potenciales internos. En términos de enseñanza, la repetición ayuda a la memorización, pero no genera libre pensadores, sino dependientes de datos externos. Crea personas sin juicio propio, sino grupal. El sistema de repetición mecánica, se utiliza como forma de meditación, en que la repetición se vuelve un hábito, y las células lo reconocen como propio, con lo cual se integra. Sine embargo, a la hora de formar seres libres, el sistema deja de ser de integración inactiva para convertirse en acción expresiva.

YO: ¿Cómo sería?

SOY: Uno de los 4 pilares fundamentales del universo es la Expresividad. Hemos visto ya la Expresión tiempo atrás, y la importancia de lo que esto significa. “Salir de la Presión” (ex-pressio), liberando aquello que estaba contenido en el interior. Y eso que se contiene, es energía atrapada, que al liberarse, se expande desencadenando una fuerza que llamamos “acción”. Esta palabra es el participio (actus) del verbo latino “agere”, que significa “mover hacia delante”, es decir, llevar a cabo. Mover hacia delante, hacia afuera, la energía que estaba dentro bajo presión, es expresar en acción. Cuando manifestamos en acciones expresivas lo que sucede dentro, el cuerpo tiene la oportunidad de reconocer lo que habita y accionar en resonancia a ello.

YO: Esto lleva a la expresividad entonces, la actividad de expresarse. La cualidad de actuar expresamente.

SOY: En muchas culturas, expresar lo que está adentro es contraproducente, debido al origen moral de las culturas. ¿Lo recuerdas?

YO: Sí… La Moral se construye en relación a la adaptación a un espacio que llaman “morada”, y los “moradores” construyen la cultura en función de las costumbres de dicho territorio, que llaman “moral” (del latín “moris”= habitar un sitio).  Relacionado a la siembra y cosecha, la tradición (lo dicho entre varios), se construye en función del campo, que da la palabra cultivo (collere), que origina la palabra cultura.

SOY: Entonces, si en un lugar se siembran manzanas, y todo lo que se cosecha son manzanas, y la cultura y la moral se han relacionado a la manzana, cuando de repente alguien no puede pensar en otra cosa más que “bananas”, podría ser juzgado por el grupo.

YO: Claro…

SOY: …A no ser que…

YO: …¿Qué?

SOY: Que lo haga con humor.

YO: ¿Cómo sería eso?

SOY: ¿Qué era el humor?

YO: Los líquidos en que los antiguos interpretaban que constituían el cuerpo: los “humores”, proveniente de humedad, humus, tierra mojada.

SOY: Así, desde la visión ancestral, todo lo que un ser siente en su interior, estará relacionado al orden o desorden de sus líquidos internos, los humores. El humor es la forma en que algunas culturas encontraron para poder expresar lo que está dentro sin ser juzgados.

YO: ¿Con risas?

SOY: No, con cualquiera de los humores. Los maestros, filósofos, educaban a los alumnos mediante lo que podríamos llamar “los actos”, es decir, acciones prácticas donde la vivencia permitía la asimilación de los conceptos. De esta manera, ordenaban, colocaban las ideas y conceptos de una manera justa, armónica, que todos pudieran comprender. En indoeuropeo, ordenar, ajustar, colocar bien, se dice “ar”, lo que en latín conoces como “ars, artis”.

YO: El Arte…

SOY: Exactamente. Y había un arte en particular que permitía que todos pudieran observar, ver, lo que sucedía en los humores.

YO: El Teatro…

SOY: Proveniente del griego “thea” (visión, ver, observar), y “-trón” (instrumento, medio por el cual se realiza algo). El Arte del Teatro, era una herramienta fundamental para la educación de lo “inmoral”, que traspolaba las tradiciones hacia el absurdo, permitiendo que los humores, dispares a los sentires de cada día, pudieran convertirse en medios de aprendizaje. El teatro permitía a un individuo convertirse en lo que quisiera, decir lo que quisiera, reaccionar de maneras absurdas sin ser juzgado, permitía plantear controversias de manera sutil. La teatralización de la realidad, abrió el mundo interno al mundo externo, sacándolo de la seriedad ceremonial y espiritual, para pasarlo a un plano cotidiano y más terrenal, al alcance de todo el mundo. Fue el paso inicial a la libertad interna de la psiquis, del alma, que permitió a los hombres comportarse como mujeres y a mujeres como hombres, que permitió reirse de los reyes y políticos sin ser encarcelados, e incluso exhaltar a los dioses hasta el ridículo. Fue herramienta de crítica social, pero también de educación humana. Durante miles de años, y sobre todo en los últimos siglos, las actuaciones se diversificaron, inspirando, engañando, despertando voluntades, ilusionando, abriendo la imaginación, describiendo utopías, exagerando la realidad, riendo de las tragedias. Las sombras más oscuras pueden manifestarse en el teatro, siendo vistas simplemente como arte. Ahora bien, una herramienta como esta es un arma de doble filo.

YO: ¿Por qué?

SOY: Por que un artista, actor o actriz, puede utilizar el teatro y la expresión humorística como una forma de ocultar lo que verdaderamente esconde en su interior, o por otro lado, puede utilizarlo como terapia para realizar catarsis y sanar.

YO: Claramente la segunda opción es la mejor…

SOY: Bueno… En la primera uno se siente seguro, pudiendo soltar lo que siente, pero negarlo en la vida real. Vivir con verdades a medias, o mentiras que se volvieron verdades. Pero en la segunda opción, esas mentiras y verdades se encuentran frente a uno mismo, permitiéndose ver con consciencia, lo que se esconde en el interior. Y el mejor aspecto teatral para esto es la improvisación de los actos psicomágicos.

YO: ¿Qué son?

SOY: Son situaciones falsas, que construyes con agentes de manera aleatoria, y sin pensar en lo que vas a hacer con ello, te lanzas a expresarte con manos, boca, miradas, acciones diversas, dejando que sea tu interior el que guíe.

YO: Ah, ok… ¿Un ejemplo?

SOY: Pues, piensa que tienes un conflicto con una pareja, pero no sabes por qué, o cómo resolverlo. Primero debes identificar de dónde viene, pero no estás listo para enfrentar al otro, pues no tienes nada claro. Entonces, imaginas que esa persona es un árbol.

YO: ¿Uno que vea por la calle, digamos, físico?

SOY: Sí, un árbol de verdad. Y te pones a hablar con él, usando miradas, manos, todo tu cuerpo. Puedes pelear con el árbol, gritarle, abrazarle, llorar, bailar, cantarle, siempre imaginando que es la persona. Y luego, por ejemplo, arrancas unas hojas del árbol y pronuncias: “esto es mío, me correspondía a mí, y me lo llevaré conmigo”. Buscas un sitio que consideres propio, y allí pones esas hojas, recuperando lo que esa persona se había llevado de ti. Estos actos, dejan una impronta en tu cuerpo y mente, de saber enfrentar la situación, de vivir el hecho.

YO: Como esas veces que cuando hay una discusión no sabemos qué decir, y luego en la ducha se nos ocurren los mejores diálogos pero ya era demasiado tarde… Lo que dices es hacer ese diálogo, teatralizándolo.

SOY: Así es. Como en una terapia de “Constelación Familiar”, en una ceremonia de “Renacimiento”, en un acto de Psicomagia, improvisas un acto irreal, mágico, para hacer que el alma, la psique, pueda expresarse. La Expresividad invita a hacer real todo aquello que yace dentro, liberar las presiones del alma y el espíritu en el interior del ser. Y el teatro es la mejor opción para ello.

YO: Supongo que de esto va la tarea de hoy…

SOY: Así es. Recuerda como cuando eras niño, y utilizabas la imaginación para hablar con muñecos, trozos de madera, ladrillos, cuando las almohadas eran personas, los árboles eran gigantes, las cajas eran castillos, las ramas eran espadas. Vuelve a ser un niño por hoy, y atrévete a imaginar.

YO: Recuerdo que cuando empecé a recordar, cuando tenía 12 años, cerraba las puertas del comedor para estar solo, y ponía música clásica muy fuerte, y con una antena rota de radio, dirigía la orquesta. Pero más aún, imaginaba cosas increíbles que solucionarían todos los problemas del mundo, me imaginaba en mi escuela, y al son de las canciones, podía imaginar cómo aparecían los seres de los 4 Elementos, venían a buscarme y emprendía un viaje por la Tierra buscando a los otros elementos. Yo era el Agua, y los otros 3 estaban dispersos por otros países, y yo debía encontrarlos, así que imaginaba las magníficas y fantásticas formas en que me aparecía ante ellos, llevándolos a todos a Egipto, donde imaginaba que volvíamos a activar todo como era antes, como por arte de magia, todo mientras corría alrededor de la mesa, subía al sillón, me escondía tras las cortinas, me ponía toallas como capas, y usaba la antena como varita mágica. Y a veces, todo se ponía melancólico, y me sentaba frente al rostro de aquellas personas que esperaba encontrar un día, para abrazarles y decirles cuánto les extrañaba…

SOY: Esto es lo que debes volver a hacer. Al menos por hoy. La tarea de nuestro día de la Expresividad, implica que busques aquel sitio donde consideres es un buen sitio de aprendizaje, y te enfrentes a todas aquellas cosas que te cuesta aprender, que te niegas a ver, o que no logras expresar de ti mismo. Palabras y verdades acalladas, cosas que debes dejar ir, soltar, aquellas que esperas aprender y tomar como parte de ti. Y actúalas, háblalo todo, dilo, suelta, teatraliza. Pon todas las caras extrañas y emocionales que necesites, usa mucho tus manos, tus piernas, actúa como si no fueses tú, o como lo que te gustaría ser. Conviértete en árbol, en animal, en un pez, en un bailarín, en un músico, en un superhéroe, libera todo lo que se oculta en ti, y hazlo en consciencia. Pues lo que surge de ti, es tu realidad, y puede volverse la de todos. Deja que tu voz se libere, pues serán tus letras, verbos, palabras, afirmaciones y cantos los que moldearán esta realidad. La vibración que se libera por tus cuerdas acarician las ondas del mundo cuántico que diseñan la música en el mundo físico. Sin miedo ni vergüenza, permítete convertirte en el músico de tu nueva realidad. Vuelve a tomar la antena rota para hacer de ella una batuta, y dirige la orquesta de tus humores, liberando la expresión de toda la música que vive en ti.

YO: Yo soy el diseñador de mi música…

SOY: En el principio fue el Mahas, el vacío durmiente. Sus sueños eran tres: Ham, Het, Hum; la inspiración, la contemplación y la exhalación. Su respiración se volvió música, y por su canto, Mahas, despertó.