YO: Humano…

SOY: “Humus”, tierra mojada, barro arcilloso. Nacido de las fuentes internas de la tierra y el agua de lluvia creando ríos de lodo al que los dioses dieron forma.

YO: Moldeados por manos divinas, a imagen y semejanza… Ayer intenté hacer algo con barro, pero fue difícil…

SOY: ¿Por qué?

YO: Es la primera vez que lo uso, y no estaba inspirado, así que hice una especie de carcasa para meter una vela. Tal vez no tengo paciencia para trabajar con barro.

SOY: No es una cuestión de paciencia, es una cuestión de inspiración, y la inspiración es la esencia del espíritu, que respira, y que, por ende, te recuerda tu capacidad manifestadora.

YO: O sea que no estaba unido a mi espíritu…

SOY: Estabas preocupado por otras cosas que te sacaron de tu ser, cosas de organización que no te permiten expresarte. Suéltalas, y mírate a ti mismo en el barro.

YO: ¿Por qué el barro? ¿Por qué allí está la creación?

SOY: Cada día riegas las macetas donde se encuentran las semillas. Cada día las ves crecer, tomar forma. Ves a los tallos extenderse, las hojas seguir la luz del sol. Con el agua que moja la tierra, ves hacerse el barro, y las plantas se hinchan, fortalecidas, potentes. Cuando los antiguos vieron que las pequeñas semillas crecían en el barro, en la unión del agua y la tierra, pudieron comprender de dónde viene la vida, pues las plantas dan el alimento a los animales, y así, a los humanos. Lo que nos hace ser, lo que nos da alimento, lo que nos da material para el hogar, para construir cántaros, ladrillos, cocinas, comida, lo que sustenta toda vida en la Tierra, debía inevitablemente ser nuestro origen también, pues en cierta forma, somos barro.

YO: “De aquellos barros, estos lodos”.

SOY: Y todos estaban de acuerdo de ello, incluso, para los más antiguos, ni los dioses se escapaban de esta lógica.

YO: ¿Los dioses fueron hechos de barro?

SOY: Al menos con un barro mucho más limpio y sutil. En la mitología Babilónica, nada podía existir si no poseía un nombre, y dos de las fuerzas que sí lo poseían era el agua dulce, Apsu, y el agua salada, Tiamat. Juntas se unieron para crear a los dioses, quienes se unieron para engendrar nuevos dioses, sus hijos e hijas. De entre los dioses que nacieron de las aguas, estaban el cielo primitivo, Ansar, y la tierra primitiva, Kisar. Ambos engendraron a la Tierra y al Cielo como los conocemos, a quienes llamamos Ki y Anu. El Cielo, Anu, se unió a Ki para engendrar a sus hijos (Na), quienes poblaron el mundo. Los hijos de Anu y Ki, llamados “Anu-na-Ki”, tenían como misión crear a todas las criaturas vivas, liderados por su hijo primogénito: Enki (significando: señor de la tierra). Junto a su hermano Enlil (señor del viento), dieron origen a los atributos de las artes y la agricultura, pues en tanto el primero era regente de las aguas de los ríos, el segundo era el creador de las tormentas, regente del clima. Enki impulsó a que sus hijos siguieran su tarea de la creación, y así, Marduk (amar-Utu= becerro del Sol), junto a su padre, creó a los humanos. “Amasaré la sangre y haré que haya huesos. Crearé una criatura salvaje, se llamará “hombre”. Tendrá que estar al servicio de los dioses, para que ellos vivan sin cuidado” (del poema Enuma Elish). Juntando su sangre con barro, moldeó a los primeros humanos.

YO: Los Anunaki, son esos extraterrestres que nos crearon, de los que todos hablamos, no?

SOY: Bueno, es necesario ver esta historia de una manera objetiva. Hubo extraterrestres involucrados, sí, vinieron de otros planos, sí; pero no hicieron lo que las historias de los Anunaki cuentan. Lo extraño de la “nueva espiritualidad” es negar lo que dice la Biblia y creer lo que dice el Enûma Elish. Es como si dentro de 6000 años alguien encuentra una película de Marvel y cree que Chris Hemsworth era Thor realmente, y que había superhéroes en el siglo XXI. Que esté en una película y sea de carne y hueso, no significa que tenga esos poderes de verdad, sino que, existe, pero sus cualidades son exaltadas con un fin. Lo mismo sucedió con muchos de los antiguos dioses, que no eran dioses ni tenían super poderes, sino que se atribuían esos poderes a sí mismos, y como en aquella época no había películas, se traducían en poemas.

YO: Entiendo… O sea que adjudicarse poderes estaba relacionado con tener Poder.

SOY: Y eso es lo que Marduk hizo con los humanos, condenándolos a trabajar para ellos haciéndose llamar su creador, dador de las artes y la agricultura junto a su padre. Pero, lamentablemente, esta es sólo una historia de una región del mundo. Lo que te llamará la atención, es que todos los pueblos hablan de la misma historia, narrada de formas diferentes, y es por ello que no debes tomar literal la historia mesopotámica, sino juntar la clave que la une a las demás: seres de los elementos naturales que crean mediante el barro a la humanidad.

YO: ¿Qué otras historias?

SOY: Ra, el espíritu de la Luz, cansado de estar solo, respiró profundo y en su soplo creó a Shu (el viento), y de la saliva que surgió del soplido, nació Tefnut (la humedad) haciéndoles vivir en la otra polaridad de Nun, el cosmos. Ra decició generar un lugar donde poder sentarse a contemplar, e hizo emerger un espacio seco entre las aguas de las que había emergido, creando junto a Shu y Tefnut a dos hijos: Geb, la Tierra, y Nut, el Cielo. Caminando por Geb, trazó un camino por el cual moverse con libertad, ya que él hacía nacido de las aguas, este camino fue un río, el Nilo. Geb y Nut se amaron profundamente, uniéndose sin dejar espacio entre ellos. Debido a esto, Amon Ra, buscando crear vida, decidió pedir a Shu que separace a sus hijos en constante copulación, y desde entonces, el viento circula entre el Cielo y la Tierra, y sus hijos, las estrellas. Ra envió a uno de sus ojos a contemplar lo que estaba pasando, pero al regresar, otro ojo había ocupado su lugar, por lo que colapsó en llanto. De sus lágrimas surgieron los creadores de vida, y este ojo fue premiado con ser puesto en la frente de Ra, originando el Sol. Uno de los dioses surgidos de estas lágrimas y la tierra, fue Khnum, que en la mitología Egipcia, es el dios alfarero, el dios creador. Con cabeza de carnero, es quien modeló todas las formas de este mundo. Así hizo al humano entre tantas otras cosas, hasta que un día, se agotó, y decidió romper su alfarería repartiéndola en pedazos a todas las mujeres que había creado.  “Quiero obsequiarte con el cuerpo de una diosa. Serás perfecta como todos los dioses y recibirás de mí felicidad y salud, y las coronas de ambos países, y estarás en la cumbre de todos los seres vivientes”.

YO: Surgen casi de lo mismo. Esta vez, dando directamente el poder creador a las mujeres.

SOY: Los griegos tenían también a su creador: Prometeo (previsión), quien tuvo el valor de retar a los dioses y no cumplir sus leyes ni intenciones. Libre de espíritu, recorrió el mundo creado viendo que no había ningún ser en la creación capaz de albergar el espíritu de un dios. Entonces tomó barro de la orilla de los ríos y moldeó al humano. Pidió a todos los animales que le dieran sus distintas cualidades y defectos, y las colocó en el corazón de esta criatura, y al cerrarlo, surgió la vida humana. Lo mismo sucede con la mitología asiática y amerindia. En China, la diosa Dragón Nüwa, sintiéndose sola, tomó los barros del río Amarillo y diseñó a los humanos a su imagen pero con piernas para que pudieran caminar. En el Popol-Vuh, el libro de la comunidad, del pueblo Maya, se narra que el origen humano también fue mediante barro, aunque se deshacía, por lo que optaron por reconstruirlo con una mezcla de barro, madera y maíz.

YO: Mucho barro…

SOY: Y desde luego, el mito asirio, acadio, sumerio y judeocristiano de la creación, el primer hombre, Adán, fue hecho de arcilla, a imagen y semejanza de Dios, lo cual le dio su nombre: Adama= tierra roja.

YO: Para la mayoría de los pueblos antiguos, el barro fue el origen humano, pero, claramente no estamos hechos de barro; entonces, la idea básicamente se relaciona con lo que alguna vez hablamos: las semillas, la agricultura, los primeros humanos cubriéndose de barro para protegerse de los depredadores, para no emitir olor, ni ser picados por insectos.

SOY: Como siempre, todo tiene su base en una lógica simple que va más allá de lo mágico. El relato mágico, la narración, las historias, cuentos, leyendas, mitos, no son más que una descripción literaria de los hechos mundanos que movilizan a las culturas a creer, a desear, a despertar su adoración o voluntad. Y sobre todo, a reconocer que el mundo posee los materiales básicos para la creación. Y si los dioses nos dieron su espíritu creador, significa que nosotros también podemos hacerlo…

YO: Moldear la realidad. Crear.

SOY: A partir del barro, la arcilla, la unión de agua y tierra, los primeros humanos desarrollaron algo mucho más profundo que hacer una vasija: moldear su imaginación. Antes de descubrir el potencial laboral, el potencial de herramienta que el barro les ofrecía para sus vidas cotidianas, el barro fue un instrumento de juego que les permitió moldear algo sin forma, para darle un espíritu. Al ver que podían diseñar el rostro, el cuerpo de una persona, de un animal, a partir del barro, comprendieron todo: los dioses tienen que habernos creado de esta manera…

YO: Oh!! ahora entiendo… No es que los dioses nos hayan hecho de barro, fuimos nosotros quienes, al descubrir que éramos capaces de diseñar una imagen humana a partir de barro, entendimos que es la forma más lógica de poder crear una persona…

SOY: Lo entendiste. Nosotros creamos las historias en función de lo que nosotros vimos que éramos capaces de hacer. Ver el barro, tomar un pedazo, y diseñar una figura, es el arte más antiguo y rudimentario de los humanos que vivían en cuevas y bosques. Las figuras más antiguas registradas, descubiertas en la historia, son de mujeres con una figura prominente: gorditas o embarazadas. Símbolo de fertilidad, de prosperidad y bienestar. Cada familia humana solía tener una en su cueva, como símbolo de la creación.

YO: Como la Venus de Willendorf, de las “venus” más antiguas del mundo.

SOY: Desde el paleolítico, las estatuillas de arcilla y barro simbolizaron la prosperidad de manifestación: hacer con las manos. El fuego cocía la arcilla convirtiéndola en piedra, volviéndola eterna. El humano ponía su espíritu en ella, le daba vida en cierta forma. Así surge una de las bellas artes más asombrosas.

YO: La Escultura.

SOY: Escultura proviene del indoeuropeo “skel” que significa cortar, que derivó al latín “scalpere”, siendo “tallar, rasgar”, y que origina la palabra esculpir. La escultura es el resultado de esculpir. El arte de tomar un material y darle forma, de rasgarlo, quitar lo extra para darle la forma esperada. Desde la prehistoria con el barro, las técnicas fueron perfeccionándose mediante la alfarería, luego en la construcción, y acabaron por desarrollarse como método de plasmación de la poesía mediante las formas. Las esculturas pueden dividirse en distintos tipos, siendo las estatuas y estatuillas las más famosas (que representan una figura completa de un ser, sea humano o animal). Pero una de las que más se ve en el mundo antiguo son las llamadas de “Relieve”, siendo de bajo relieve (cuando se talla la figura en la roca) o de alto relieve (cuando se talla el fondo dejando la imagen sobresaliendo. Ambos tipos se ven en muchas culturas de las Américas, de Egipto, Medio Oriente y Asia. Sobre todo en estos últimos tres territorios y en Europa, se desarrolló además la escultura completa en otros tipos de materiales, más complejos de trabajar, comenzando por el yeso, pero continuando por el alabastro, el granito, el mármol, el estuco y el metal. Pudiéndose agregar material, quitar, o vaciar, así como fundir, la escultura permitió mostrar la habilidad humana de ser dioses, dando vida a algo inerte, inorgánico, algo que parecía muerto.

YO: “He visto un Ángel en el mármol, y esculpí hasta liberarlo”, dijo Michelangelo cuando realizó “El David”. ¿Acaso somos nosotros los creadores, o en realidad somos los que descubrimos lo que hay en el material?

SOY: La divinidad se encuentra en todas las cosas, en cada átomo, y no hay nada realmente muerto, sino dormido. La vida existe en la mente, y el descubrimiento se da de forma mutua, es decir, entre el observador y lo observado. Como vimos en la cuántica, una realidad no se manifiesta hasta no ser observada, y es lo observado lo que define al observador. La relación es mutua, y por ello, cuando esculpes, dibujas, escribes, manifiestas en la materia el potencial que la misma tiene en relación a tu interior.

YO: O sea que al descubrir el mundo oculto ante nuestros ojos, sólo nos descubrimos a nosotros mismos.

SOY: El arte de la escultórico tiene una metáfora muy profunda que entregarnos. Es la capacidad de moldearnos a nosotros mismos, de tocar nuestra imaginación y mundo interior, la capacidad de esculpir las formas estructurales e inertes que cubren nuestras almas hasta encontrar la esencia, “liberar al ángel”.

YO: El proceso de la vida, el crecimiento personal, puede verse como un proceso escultórico, pues, en que tratamos de liberarnos de la opresión de la roca, de las estructuras, de las creencias, de los patrones, para poder descubrir la suavidad oculta, la belleza que habita dentro de nosotros…

SOY: O además, agregar partes nuevas, fundir nuevos elementos con los viejos, agregar arcilla para ciertos arreglos.

YO: Creo que volveré a empezar con una nueva escultura, esta vez, sabiendo esto.

SOY: Somos agua y tierra; el fuego interno nos afianza, y el aire seca nuestra piel dando firmeza. Somos la perfecta escultura de los minerales de la creación. Somos arcilla con alma, producto de los mismos minerales que crean las montañas, del mismo silicio de los cuarzos y granitos, de las mismas sales de los barros, de las mismas aguas de la arcilla. Tenemos en nosotros todas las bases del mundo mineral que nos ha moldeado hasta darse vida a sí mismo. Es nuestra tarea continuar con su arte, y transformarlo en eterna belleza.

YO: Esculpiendo tanto el cuerpo, como el alma y el espíritu.

SOY: Eres una obra de arte, vive como tal, admírate como tal.

YO: Hecho a imagen y semejanza…

SOY: De un Universo basado en minerales.

YO: Soy la roca…

SOY: Y yo Soy el cincel.